El agua es un recurso esencial para la vida. Por ello, Nestlé lleva años trabajando para reducir su uso en la actividad industrial. Como resultado de esta gestión medioambiental responsable, la fábrica de salsas de tomate Solís, ubicada en Miajadas (Cáceres), ha conseguido la certificación "Gold" en el estándar de Alliance for Water Stewardship (AWS). Esta certificación mundial promueve el uso responsable del agua que beneficia a las comunidades locales de forma social, económica y medioambiental.
La certificación AWS Gold es la primera que se concede a una fábrica de alimentación en Europa y reconoce el gran trabajo realizado tanto en la fábrica de Miajadas como en toda su cadena de valor del tomate, como principal materia prima, a través de la iniciativa “Solís Responsable”. Este programa, que impulsa la factoría desde el año 2013, supone el cultivo de este fruto aplicando técnicas para asegurar una agricultura sostenible a largo plazo. Así, todo el tomate utilizado en este centro de producción procede de campos cultivados en las Vegas del Guadiana, con un radio de aprovisionamiento inferior a los 50 kilómetros.
Con este proyecto de Solís de agricultura sostenible, Nestlé ha demostrado que un producto equilibrado, de sabor natural y sin conservantes, como las salsas de tomate, está perfectamente alineado con la protección del medio ambiente y con el desarrollo de un tejido agrícola local. Para ello, en colaboración con el proveedor, se trabaja con los agricultores de la zona que aplican buenas prácticas respetuosas con el medio ambiente a través de la implantación de medidas enfocadas en el estudio y minimizacion del consumo de agua, el control y reduccion del uso de fertilizantes y pesticidas para el control de plagas. De esta manera, se mejora tanto el balance hídrico mediante la optimizacion del riego y consumo de recursos en la zona como la calidad del agua local, dos objetivos del estándar AWS.
La iniciativa "Solís Responsable" ha comportado entre 2013 y 2019 un ahorro acumulado de más de 1 millón de metros cúbicos en el consumo de agua, así como un descenso medio en este periodo de un 10% tanto en el uso de fertilizantes como en el de productos de control de plagas. Todo ello habiendo incluso incrementado en un 8% la productividad por hectárea, siendo un ejemplo de agricultura local sostenible.