Sort by
Sort by

L'entrevista motivacional en nutrició

Imatge art. principal.jpg

 

La entrevista motivacional en nutrición

Como profesionales de la salud, uno de los mayores retos a los que nos solemos enfrentar es motivar a nuestro paciente a que cambie o incorpore hábitos de vida saludable. Ya sea en una consulta de nutrición, en el mostrador de la farmacia o en una visita con enfermería o con cualquier otro profesional sanitario, conseguir que la persona haga cambios positivos para su salud a largo plazo va mucho más allá de dar un consejo o información: debemos conectar con sus objetivos y motivaciones si queremos lograr una adherencia al tratamiento.

En la práctica, ¿cómo podemos conseguirlo? La entrevista motivacional (EM) es una herramienta o estilo de relación profesional-paciente que va a ayudar a generar el contexto adecuado para ello. Usada desde hace tiempo en el ámbito de la atención primaria, puede ser de mucha ayuda para otros profesionales que trabajen con personas que desean o requieren cambiar algunos hábitos o estilo de vida para mejorar su salud.

¿Qué es la entrevista motivacional?

La entrevista motivacional en nutrición busca que el paciente tome conciencia de la necesidad de un cambio de hábitos alimentarios, afirme su voluntad de conseguirlo, y encuentre la mejor manera de llevarlo a cabo, con la guía del profesional de la salud. En la EM, se realiza una conversación guiada, donde el profesional realiza un conjunto de preguntas bien planteadas y seleccionadas, con el objetivo de poner al paciente en el centro, y ayuda a la persona a evolucionar en su proceso de cambio de hábitos alimentarios.

La EM respeta el ritmo de la persona y busca ayudarla, estableciendo una relación de confianza mutua (paciente-profesional). Durante las sesiones, se fijan objetivos realistas, elegidos por la propia persona y se tiene muy presente que cualquier cambio cuenta.

Es importante que, durante la EM, el paciente verbalice la necesidad de cambio y sea el protagonista del cambio de hábitos alimentarios. Este modelo incrementa el éxito de la intervención (la pérdida de peso, el cambio de hábitos alimentarios…) ya que ayuda a establecer una relación de confianza entre el profesional y el paciente, aspecto clave para conseguir un cambio de hábitos.

¿Cómo incorporar la entrevista motivacional en la consulta?

Aunque lo ideal es poder realizar una formación sobre entrevista motivacional, que entrene al profesional para llevarla a cabo de una manera completa y eficaz, podemos revisar nuestra propia práctica e incorporar algunas herramientas y conceptos en la consulta.

Según la evidencia científica, los estilos paternalistas o de confrontación a menudo suelen tener un efecto opuesto a lo que pretendemos, y no facilitan el cambio de hábitos, con lo que es muy importante huir de ellos y buscar herramientas para realizar una buena EM en nutrición.

A continuación, mostramos algunos puntos que debe tener presente el profesional para realizar una buena EM en nutrición, con ejemplos de preguntas que pueden ser útiles para dirigir la conversación.

  • Cuando iniciamos una conversación, buscar la manera de construir una relación en la que el paciente se sienta escuchado y protagonista, con preguntas tipo “¿Cómo estás?” / ”¿Qué tal estás?”
  • Formular preguntas abiertas al paciente para que pueda expresarse, más que preguntas cerradas que se contesten con “sí o no”. De esta manera podremos captar los matices, posibles reticencias, y su disposición para el cambio. También podemos preguntar la opinión y creencias del paciente en relación con algunos aspectos que queramos discutir durante la consulta o su evolución: “¿Cuál es tu opinión en referencia a…?
  • Pedir permiso al paciente a la hora comentar, dar una información o un consejo de salud. Por ejemplo, usando preguntas como “¿Te parece si comentamos…?” (“¿cómo comes a lo largo del día?, ¿qué tipo de actividad física realizas?, ¿por qué es importante para ti realizar las comidas de esta forma?”) 
  • Realizar una escucha reflexiva, que muestre interés por el paciente, su situación personal y necesidades. Podemos resumir brevemente la conversación obtenida con el paciente, con el fin de aclarar dudas, conceptos y reafirmar sus objetivos: “Si lo he entendido bien, …”.
  • Cuando el paciente exprese determinadas situaciones relacionadas con sus hábitos o estado de salud, podemos plantearle la siguiente pregunta “¿A qué crees que es debido?” / “¿Por qué crees que comes así?” /” ¿Por qué crees que tienes hambre?” / “¿Por qué crees que te cuesta cocinar?” …
  • Mostrar empatía ante determinados aspectos que nos cuente durante la EM. Frases como “Me imagino que esto ha sido complicado …”, “Entiendo que este aspecto es difícil para ti…” pueden ser de gran utilidad.
  • Durante la EM, podemos utilizar escaleras de evaluación (del 1-10) para explorar hasta qué punto el paciente está dispuesto y/o motivado para cambiar su conducta. Por ejemplo, “Del 0 al 10, ¿Cuál es tu grado de motivación para iniciar el cambio de hábitos?” o” Del 0 al 10, ¿Cuánto eres capaz de reducir el consumo de bebidas azucaradas?” En función de la respuesta del paciente, a continuación, podemos preguntar “¿Por qué un 3 y no un 8?”, “¿Qué debería suceder para conseguir un 8?” “¿Cómo te puede ayudar a pasar de un 3 a un 8?”. Así, además de explorar lo dispuesto y motivado que está el paciente, facilitamos que sea él mismo el que se implique en hacer ciertos cambios, y reforzamos su motivación.
  • Es importante ser conscientes de que el paciente no va a realizar cambios que no quiere, o no está preparado para hacer. Los cambios que realiza el paciente serán progresivos, e idealmente es la persona la que plantea cómo llevarlos a cabo, con la guía del profesional.
  • Marcar un calendario de objetivos realistas junto con el paciente, para concretarlos y poder dar un seguimiento en posteriores visitas.
  • Hacer una aproximación colaboradora, sin confrontar las reticencias del paciente a algunos cambios de manera paternalista. Por ejemplo, podemos investigar un poco más sobre ellos con preguntas cómo “¿Qué te ha impedido hasta ahora (un cambio que se quiere conseguir)?”, pero evitaremos decirle “No es verdad que no puedas hacer este cambio, y además es necesario que lo hagas” por poner un ejemplo.
  • Siempre resaltar los logros y aspectos positivos para estimular la motivación del paciente.

Como se ha comentado, la actitud del profesional es imprescindible para el correcto desarrollo de una buena EM. Aunque el profesional es el experto en su área y posee toda la información, debe situarse como acompañante y facilitador del proceso de cambio más que como figura de autoridad que da consejo experto o prescribe un tratamiento o plan dietético. El objetivo debe ser empoderar al paciente para que él mismo pueda realizar los cambios, respetando su autonomía, y proponer opciones en vez de imponerlas. La clave, priorizar la escucha frente a dar información, mostrando empatía, comprensión, y realizando preguntas que inviten a la reflexión y empoderen al paciente.

Finalmente, hay que tener presente que es imprescindible dejar la puerta abierta para visitas posteriores. Durante las visitas de seguimiento, se recomienda empezar repasando los objetivos pautados en la última visita. Además de resaltar los logros, si algún objetivo no se ha cumplido, debemos analizar conjuntamente las causas y además buscar soluciones a las dificultades surgidas, evitando culpas y juicios.

Os recomendamos leer la entrevista a Yolanda Fleta, en la que ahondamos en los conceptos y bases de la entrevista motivacional en la consulta, así como en la mejor manera de ponerla en práctica.