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¿Qué son las dietas flexitarianas?
Entrevista Dr. Andreu Farran
Es probable que haya personas que sigan una dieta flexitariana pero no se declaren como tales
El Dr. Andreu Farran es Licenciado en Biología y doctor por la Facultad de Farmacia de la Universidad de Barcelona. Es miembro de honor de la Academia Española de Nutrición y Dietética. Codirige el Postgrado sobre Vegetarianismo y Nuevas tendencias en alimentación de La Universidad de Barcelona, centro en el que también es profesor colaborador. Es coordinador del equipo de Nutrición Aplicada del grupo de investigación en Actividad Física y Salud (GRAFIS) e investigador del Instituto de Investigación en Nutrición y Seguridad Alimentaria de la Universidad de Barcelona.
Cada vez más personas se interesan por las llamadas dietas flexitarianas. ¿Cuál es la definición exacta de “dieta flexitariana”?
Una dieta flexitariana es una dieta omnívora - es decir, que incluye todos los alimentos - pero que ha reducido mucho el consumo de productos de origen animal como la carne, el pescado, los lácteos y los huevos. Es muy habitual que los flexitarianos eliminen la carne y consuman el resto de los productos en cantidades variables.
¿Qué diferencia existe entre una alimentación vegetariana y una flexitariana?
La más importante es obvia: en principio los flexitarianos son omnívoros y los vegetarianos (en sus diversas modalidades) no. Aparte de esto, ambos grupos pueden seguir una dieta saludable sin ningún problema, aunque resulta más complejo cuantas más restricciones se impongan.
Cada vez más, las recomendaciones van en la línea de reducir o limitar el consumo de carne. ¿En su opinión, esto se está traduciendo en cambios reales en la dieta de la población?
Si hablamos de la dieta de la población en nuestro país, esto no es fácil de evaluar. Se requiere de series históricas de las que de momento no disponemos, y guiarse por las estadísticas de venta de alimentos puede ser insuficiente para responder a esta pregunta. Lo que si es cierto es que cada vez hay más personas que se declaran flexitarianas o vegetarianas (otra cosa es lo que hagan realmente), y la oferta de productos alimentarios dirigidos a este tipo de consumidores, que quiere aumentar la cantidad de productos de origen vegetal en su dieta, cada vez es mayor .
Si hablamos a nivel mundial, es probable que en países desarrollados las campañas a favor de reducir el consumo de productos de origen animal y aumentar los de origen vegetal hayan tenido cierto efecto. Pero no olvidemos que muchos países en vías de desarrollo están siguiendo el camino inverso, con lo que el consumo mundial per cápita tal vez no haya variado. Es difícil de responder.
¿Hay datos en España o Europa sobre el número de personas que siguen una dieta flexitariana?
Que yo sepa, no lo suficientemente explícitos. Hay datos indirectos, encuestas parciales, etc. pero datos concretos y bien recogidos, no los conozco. Hay que tener en cuenta que una cosa es declararse vegetariano o flexitariano y otra es serlo realmente. Si la pregunta es “¿hay datos sobre el número de personas que se declaran flexitarianas?” entonces sí que podemos decir que en un estudio elaborado por la consultora Lantern y citado por la Unión Vegetariana Española se cuantificaba en un 6,3% de la población española. Pero insisto, una cosa es declararse flexitariano, y otra serlo.
Tradicionalmente, las personas que seguían dietas vegetarianas lo hacían por motivos de bienestar animal. Ahora, aparece también la sostenibilidad. En su opinión, ¿cuál es la motivación principal de las personas que optan por reducir los alimentos de origen animal?
La misma encuesta que mencionaba anteriormente cita que más de la mitad de los que se declaran vegetarianos lo hacen por motivos éticos y/o animalistas. Creo que este es el principal motivo que induce a las personas a “mover” su dieta hacia el vegetarianismo. También ha sido históricamente el motivo más temprano, solo hay que pensar en las religiones históricas que han asumido el vegetarianismo debido, justamente, motivos ético-religiosos. La preocupación por el impacto que pueden tener nuestros hábitos alimentarios y las prácticas ganaderas y agrícolas sobre el medio ambiente son motivos mucho más recientes y aún no plenamente comprendidos y asumidos por la población. La preocupación por la salud, algunas veces mal entendida, también puede influir en el proceso de asumir una dieta vegetariana.
Se extiende la idea de que la dieta flexitariana podría ser una pauta alimentaria que fomenta la sostenibilidad. ¿Existen otros patrones alimentarios que sean igualmente sostenibles?
Sí, efectivamente. La disminución del consumo de productos de origen animal reduce el impacto ambiental de nuestra dieta. Está comprobado que la cría ganadera o la pesca generan mayores cantidades de productos que pueden impactar negativamente en el medio ambiente (gases de efecto invernadero, pesticidas, metales pesados, etc.), implican un mayor consumo de recursos limitados (agua, suelo, minerales, combustibles, etc.) y tienen un mayor impacto en la biosfera. En este sentido, cualquier estrategia para reducir el consumo de productos animales redunda en un menor impacto ambiental. El patrón de Dieta Mediterránea también ha demostrado que impacta en el medio ambiente mucho menos que una dieta occidental típica rica en productos de origen animal y, por supuesto, una dieta vegetariana también tiene un menor impacto. Es importante señalar que la Dieta Mediterránea ya hace tiempo que está definida como una dieta en la cual abundan los alimentos de origen vegetal, con un importante consumo de cereales, legumbres y frutos secos como fuentes proteicas, y los alimentos de origen animal son más esporádicos. Sin embargo, como nos gusta crear y poner etiquetas, todo se presta a cierta confusión. Es muy probable que haya personas que sigan una dieta flexitariana pero no se declaren como tales.
¿Es posible seguir una dieta vegetariana saludable y completa, sin que haya déficit de nutrientes?
Sí, por supuesto. Pero hay que saber cómo hacerla y por este motivo es importante dirigirse a profesionales adecuados (los dietistas-nutricionistas) si no se dispone de los conocimientos necesarios. Este profesional nos guiará y formará al respecto hasta que seamos plenamente autónomos. Una dieta vegetariana estricta implicará el consumo de ciertos suplementos (vitamina B12 y, posiblemente, vitamina D), y también las dietas ovolactovegetarianas con un bajo consumo de huevos y lácteos.
Desde el punto de vista de la salud, ¿la dieta flexitariana tiene ventajas frente a la dieta mediterránea tradicional?
Como decía antes, nos gusta tanto poner etiquetas que a veces le ponemos distintos nombres a las mismas cosas. En principio, los dos patrones alimentarios tienen que estar necesariamente próximos, con algún matiz diferencial en algún caso… pero hoy en día no se puede afirmar que uno sea más saludable que el otro. No hay evidencias al respecto.
¿Qué dificultades suelen encontrar las personas que siguen dietas flexitarianas, vegetarianas o veganas?
Contestar a esta pregunta siendo omnívoro no es muy adecuado… No soy plenamente capaz de responderla porque no lo vivo en primera persona. Sin embargo, sí he observado ciertas dificultades en amigos que son veganos o vegetarianos que, a menudo, se encuentran en situaciones en las que no disponen de alimentos adecuados a sus necesidades.
Me refiero a algunas situaciones como celebraciones o actos de empresa en los que nadie ha pensado en ellos y tienen que limitarse a comer pan y hortalizas. Por ejemplo, he visto como a un vegetariano se le ofrecía un sándwich de ensalada de lechuga y tomate. Punto. No pusieron ni aceite. En fin, hoy en día esto no es justificable ya que tenemos un mercado agroalimentario que nos permite ofrecer fácilmente a las personas vegetarianas un servicio de comida mucho más equilibrado… Se pueden hacer bocadillos espectaculares y completamente vegetales.
En su opinión, ¿considera que existe desconocimiento sobre alimentación vegetariana, flexitariana… entre los profesionales sanitarios?
Como profesor en la Universidad de Barcelona, no creo que sea el caso de los profesionales que formamos en el grado de Nutrición Humana y Dietética, y estoy convencido que otras universidades que forman dietistas-nutricionistas también tratan adecuadamente el vegetarianismo y opciones similares. Los farmacéuticos que formamos en la UB también tienen una buena formación en estos aspectos. En el resto de profesionales sanitarios sí que puede existir - en términos generales - un cierto desconocimiento al respecto debido a que su formación en temas de nutrición no es tan profundo. Sin embargo, se trata de una opinión porque no conozco datos de estudios realizados en España sobre conocimientos de vegetarianismo en profesiones sanitarias.
¿Qué otras pautas dietéticas emergentes de alimentación deberemos tener en cuenta los dietistas-nutricionistas en los próximos años?
Bueno, esto es difícil de pronosticar en un mundo tan cambiante como el que estamos viviendo. Seguramente, aumentará el vegetarianismo y el flexitarianismo. Posiblemente veremos incrementar la oferta de alimentos ultraprocesados y posiblemente su consumo, lo cual no es demasiado halagüeño. Entre estos habrá alimentos “que parecen carne, pero no son carne”. Se trata de productos pensados para personas a las que les gusta la carne y que no quieren renunciar a los aspectos gastronómicos de su consumo, pero, al mismo tiempo, quieren reducir o eliminar su consumo. El impacto que puedan tener depende de su formulación, pero bastantes de ellos acostumbran a ser alimentos ricos en energía y sal. Es posible que aparezca cierta moda por los alimentos basados en insectos, pero como chocan con nuestra cultura alimentaria, se intentarán presentar en formas más “asumibles” por parte de la población. De hecho, he visto ya barritas energéticas a base de insectos y restaurantes que servían hamburguesas de insectos. Veremos cómo responde la población a esta oferta, pero no creo que a corto plazo tenga mucha importancia. La moda de buscar alimentos milagrosos no desaparecerá, lamentablemente. Esto continuará impulsando ciertas tendencias (alimentos funcionales, suplementos, etc.) que muchas veces son, sencillamente, estrategias de márquetin y cuya publicidad genera cierta confusión en la población. En este sentido, será fundamental el papel que puedan tener los dietistas-nutricionistas tanto dentro de las empresas alimentarias, como en organismos de consumo y en la administración pública, o bien asesorando al consumidor. Ellos deberán impedir ciertos excesos, clarificar la información y poner un poco de orden y sentido común.