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Alimentacion Sostenible
Entrevista a Alba Mª Santaliestra Pasías
Es necesario centrar esfuerzos en la educación alimentaria de la población para que comprenda el impacto que tienen sus decisiones de alimentación sobre su salud y la del planeta
La Dra. Alba Mª Santaliestra Pasías es dra. en Epidemiología y Salud Pública, dietista-nutricionista y tecnóloga de los alimentos. Actualmente, es presidenta del Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de Aragón (CPDNA) y miembro de honor de la Academia Española de Nutrición y Dietética. Cuenta con una amplia trayectoria profesional orientada a la investigación y a la docencia. Recientemente, ha actuado como moderadora en el II Foro Nacional de Alimentación Responsable.
La OMS contempla un abundante consumo de frutas y verduras en una alimentación saludable. Sin embargo, el consumo de estos alimentos en la población general es insuficiente. ¿Pueden estos malos hábitos influir en la adquisición de hábitos alimentarios sostenibles?
Una alimentación saludable, tanto para las personas como para el planeta, debe basarse en alimentos de origen vegetal, incluyendo desde frutas y verduras, como legumbres, frutos secos o cereales. Es clave que la alimentación parta de esta premisa para lograr un óptimo estado de salud debido a los múltiples beneficios que estos poseen, desde el contenido en vitaminas y minerales, pasando por la necesaria fibra que también es insuficiente en la actualidad, así como por todos los componentes fitoquímicos y bioactivos. Para lograr hábitos alimentarios sostenibles, es necesario centrar esfuerzos en la educación alimentaria de la población para que comprenda el impacto que tienen sus decisiones de alimentación sobre su salud y la del planeta.
Organizaciones como la International Confederation of Dietetic Associacions (ICDA) abogan por la implicación de los dietistas-nutricionistas en la promoción de la alimentación sostenible. ¿Qué estrategias deben seguir para abordarla junto con la promoción de hábitos alimentarios saludables?
Los dietistas-nutricionistas son agentes clave en la implantación de sistemas alimentarios sostenibles. Son profesionales que tienen las habilidades para trabajar en equipo, de forma multidisciplinar e integrar distintas disciplinas para lograr una alimentación saludable para los consumidores y para el planeta, es decir, sostenible. A través de la educación alimentaria que desarrollan pueden integrar la promoción de la alimentación sostenible tanto en la selección de alimentos a la hora de hacer la compra, fomentando el consumo de alimentos de proximidad o promoviendo el consumo de productos a granel, que evitan los múltiples empaquetados y ayudan a comprar solo las cantidades que se precisan. También, a través de las herramientas de preparación y cocinado de alimentos, pueden integrar nuevas formas de consumo de alimentos como las legumbres o facilitar herramientas de conservación de alimentos para prolongar su vida. Todo ello permitirá lograr un balance global de la dieta más equilibrado y sostenible.
El desperdicio alimentario tiene un impacto en la economía de las familias y también en el planeta. Según datos de la ONU, es el responsable del 7% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. ¿Cree que la sociedad es suficientemente consciente de este impacto?
Creo que todavía hace falta una gran concienciación en ese aspecto. En los últimos años, se han hecho muchos esfuerzos para lograr que la población recicle adecuadamente los distintos residuos, pero, desde mi punto de vista, es necesario además focalizar los esfuerzos en reducir muchos productos de un único uso. En relación con los alimentos, es necesario optimizar los que llegan al hogar. Por un lado, para evitar las pérdidas que supone el desperdicio, tanto económicas como nutritivas al no poderse aprovechar esos nutrientes. Es necesario facilitar recursos a la población para que pueda sacar el máximo partido a los alimentos y, así, lograr disminuir su desperdicio y, por lo tanto, también la huella ambiental.
Siguiendo con la pregunta anterior, ¿Qué herramientas puede proporcionar un dietista-nutricionista a los consumidores para evitar el desperdicio alimentario? ¿Cómo abordarlo en consulta?
Se puede trabajar en múltiples aspectos. Por ejemplo, en muchos casos, tras ir a hacer la compra y desempaquetar todo, se generan múltiples residuos que han tenido una vida útil muy corta. En esa línea, podemos guiar al consumidor hacia un producto de venta a granel, con un menor empaquetado, como se ha hecho tradicionalmente en las tiendas de barrio (fruterías, carnicerías, pescaderías, etc.). También se puede favorecer llevar tus propias bolsas de tela para productos como las frutas, verduras, legumbres, frutos secos, que permiten reducir la cantidad de bolsas de plástico o, incluso, ir con tu propio táper para que te pongan los alimentos. Sin embargo, con la reciente pandemia, esta práctica se ha visto limitada en muchos establecimientos que antes sí la aceptaban. Comprar a granel, además de permitir disminuir los envases, propicia comprar la cantidad más aproximada que se va a consumir, y no tener que comprar volúmenes más grandes que es posible que no vayamos a comer.
También es importante dotar a la población de estrategias para poder optimizar la lista de la compra de manera que se logre disminuir el desperdicio. Un consejo habitual es el de escribir la lista de la compra con la planificación de las comidas, bien sea de forma diaria, semanal o quincenal… con el fin de poder aproximar las cantidades que se compran. Revisar las fechas de caducidad y consumo preferente de los productos que tenemos en casa es importante para poder dar prioridad a consumir primero los productos más perecederos. La planificación es clave para lograr una alimentación saludable y, en este caso, para optimizar los recursos. Por otro lado, también es recomendable facilitar diversas técnicas de elaboración de alimentos que permiten optimizar el cocinado, como puede ser el batch cooking o utilizar técnicas de conservación, por ejemplo, el congelado para alargar la vida útil de muchos productos y reducir así el desperdicio alimentario en los hogares. Incluso, algunas familias han comenzado a realizar compostaje de los residuos orgánicos en sus hogares con el objetivo de reducir el desperdicio alimentario y optimizar los nutrientes de los residuos, principalmente los de alimentos de origen vegetal.
Cada vez cobran más fuerza las plataformas o apps para comprar comida que no se ha vendido a lo largo del día o que está cerca de caducar a un menor coste. ¿Qué opinión le generan estas plataformas? ¿Las considera una iniciativa interesante para evitar el desperdicio?
Estas plataformas han nacido con un objetivo muy claro e interesante desde el punto de vista del comercio: dar salida a productos que de otra forma iban a tener que ser directamente retirados de la venta, suponiendo una pérdida económica para el establecimiento y con el consecuente desperdicio alimentario. Desde mi punto de vista, la idea es muy buena, puesto que facilita adquirir productos de calidad, en estado óptimo de consumo, y a un menor coste. No obstante, puede ser un arma de doble filo, dado que implique comprar un volumen mayor de productos a un menor coste, pero que no se puedan consumir en el breve periodo que tienen de vida útil. En ese sentido, mi consejo para el consumidor va vinculado a la planificación: si es posible que pueda consumir él y su entorno la comida ofrecida y/o utilizarla para distintas preparaciones en el breve margen de tiempo, que opte por esta estrategia. Pero, en caso contrario, al final el coste será el mismo, por lo que es mejor que no se deje “atraer” por estas ofertas.
La población parece estar cada vez más dispuesta a introducir alimentos en su dieta como la carne de laboratorio o los insectos, aunque esta es compleja por su condición de nuevos alimentos. ¿Cree que apostar por este tipo de productos puede tener un impacto positivo en la sostenibilidad alimentaria?
Se abren nuevos horizontes en nuestra alimentación, en los que alimentos como la carne de laboratorio o los insectos, muy consumidos en otras culturas, estarán cada vez más presentes. Indudablemente, estos productos tienen un menor impacto ambiental si se compara con la producción de carne con los métodos tradicionales. Sin embargo, se debe valorar también su aporte de nutrientes y a qué alimentos tratan de sustituir. La realidad es que, en países industrializados, el consumo de alimentos de origen animal es muy elevado, así como el consumo de proteínas de forma global. Por ello, utilizar estos nuevos alimentos tienen impactos positivos en cuanto a la sostenibilidad alimentaria, pero se deben poner más esfuerzos en favorecer la educación hacia patrones de alimentación basados principalmente en alimentos de origen vegetal, en los que la proteína por excelencia sea a base de legumbres o frutos secos. En ese sentido, sí que tienen un claro impacto positivo para la salud y la sostenibilidad alimentaria. Además, se está trabajando desde distintos equipos de investigación a nivel español para lograr dotar a las legumbres de texturas y formatos de consumo más atractivos para el consumidor como pasta o texturizados tipo hamburguesa para facilitar su ingesta y ser aceptados por el consumidor, a la vez que son más sostenibles medioambientalmente.
Aunque las alternativas vegetales cada vez tienen más peso en la mesa, las personas mayores de 50 años las consumen menos que los más jóvenes… ¿Cree que este sector de la población no está suficientemente concienciado? ¿Cuáles cree que son los principales frenos para que los mayores de 50 no consuman más productos vegetales?
La realidad es que existen dos tipos de productos vegetales: las tradicionales como verduras, frutas, hortalizas y legumbres que, en general, consumen más las personas más mayores, y las nuevas alternativas vegetales que se basan en reformular las tradicionales, siendo en ocasiones productos altamente procesados para darles una apariencia más atractiva y que las consumen la población más joven. Es por ello por lo que no creo que haya grandes diferencias en cuanto a la concienciación del consumo de estos productos, sino a la forma de consumirlos. En cualquier caso, en ambos grupos poblacionales se debe favorecer el consumo de alimentos vegetales, así como concienciar de la importancia de reducir el consumo de alimentos de origen animal (carnes de todo tipo, pescados, huevos y derivados de los tres grupos).